Asesinatos, violaciones,
robos…, cada día nos hacemos eco de casos como estos. Casos realmente
tremendos, escalofriantes, vergonzosos, en donde vemos de lo que es capaz el
ser humano. Ese que cree ser racional.
Pero yo me pregunto, qué
es justicia, y por ahora no logro encontrar respuesta. No sé si seré la única
que no comprende determinadas decisiones, pero me hierve la sangre de pensar
cómo hay gente en la calle que debería estar cargando por un grillete, pagando
toda esa maldad que han hecho y que ha cobrado la vida de inocentes. El Caso de
Marta del Castillo demuestra que la justicia en este país brilla por su
ausencia ¿quién entiende que ese señorito apodado el “Cuco” se encuentre en la
calle después de demostrarse que colaboró en el asesinato de esa pobre joven?
En cuanto cumple dieciocho años sale de un reformatorio para pasearse tan
panchamente por la calle a esperas de que salga el juicio, espera tan larga y
agonizante para sus familiares que ha durado nada más y nada menos que tres
largos años. Y, ¿cuál es el resultado? Personalmente, la claridad en la
sentencia de este polémico y seguido juicio escasea, puesto que aún quedan
muchas incógnitas de lo que realmente sucedió, pero lo que sí queda expuesto de
forma clara es que con una resolución como ésta sólo se consigue hacer más
grande la herida que soportan los padres y abuelos de Marta, que tanto
han luchado porque se esclarezcan lo que los imputados cometieron aquella
trágica noche. Y lo que está claro es que la justicia no ha sido nada justa con
las resoluciones. Nos encontramos con que Samuel Benítez Pérez y Francisco
Javier Delgado Moreno, después de que haya pruebas suficientes que demuestran
que se encontraban a la hora del crimen en el lugar del hecho, se encuentren
absueltos del caso. Y es más, ¿por qué solo veinte años para un asesino como es
Miguel Carcaño cuando el fiscal solicitaba cincuenta y dos por una supuesta
violación? “El Palacio de la Justicia parece haberse convertido en el Palacio
de la injusticia”, palabras del abuelo de Marta inmediatamente después de
conocer el vergonzoso resultado de la sentencia. Le condenan definitivamente a
veinte años de prisión, pero lo más probable es que se conviertan en diez o
quince, ya que en este país la “buena conducta” reduce las condenas, algo que
tampoco logro entender. ¿Qué buena conducta pueden desarrollar criminales de
tal calibre? ¿Es que seres humanos como éstos no tienen un minúsculo resquicio
de moral que les lleve a terminar con el brutal sufrimiento de la familia
Castillo-Casanueva? Si alguien es capaz de cometer un delito de tal calibre
como es un asesinato, también podrá aguantar veinte y treinta años cumpliendo
condena por ello. Preguntas y más preguntas que pasan por mi cabeza, pero sobre
todo por la cabeza de los familiares y amigos de Marta.
Desgraciadamente,
éste no es el único caso conocido de “injusta justicia” en nuestro país, ya que
por otro lado, nos encontramos con Miguel Montes Neiro, el preso más antiguo de
España, un hombre que cumple treinta y seis años de condena, sin tener delitos
de sangre, sino mayoritariamente por cometer diversos robos y atracos. Por
ello, uno se pregunta si realmente la Justicia es justa, pues hay hijos que han
visto como sus padres han muerto de un disparo en la cabeza, a sangre fría, y
sus verdugos están paseando tranquilamente por la calle. Montes Neiro
cometió delitos y no me cabe duda de que si se le aplica la ley que tenemos
habría estado en la cárcel el tiempo que correspondía y aún le quedaría
bastante, pero si lo comparamos con casos como el anterior, es fácil pensar que
la justicia no es nada justa. Que terroristas cumplan tan solo diez años de
condena por buena conducta, también fundamenta todo lo dicho. Pero todo no
acaba ahí, ya que por otro lado vemos un caso realmente curioso, que un hombre de 32 años, Pedro Mártir Banegas,
cumpla una condena de seis años por el robo de dos gallinas y manojos de
manzanilla. ¿Es justo que Miguel Carcaño cumpla tan solo veinte años de
condena, catorce años más que Mártir Banegas, cuando Miguel se cargó, hablando
coloquialmente, la vida de una niña? Pero sobre todo no es justo que ese hombre
se encuentre preso mientras el “Cuco”, Samuel, Francisco y la novia de éste
último, se encuentran disfrutando de la libertad, después de ser cómplices de
un asesinato.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto, me planteo si se debería hacer una reforma urgente e inmediata del Código Penal, así como la Ley del Menor, ya que todas esas personas que con 15 o 16 años son capaces de cometer delitos, como puede ser un asesinato, también podrá soportar años de encierro, entre rejas, pagando sus malas acciones, y no enviándolos a un reformatorio, en donde llegan a vivir, incluso, mejor que en sus casas. Pero desafortunadamente, en el caso de que una posible reforma del Código Penal se llevara a cabo, hay que tener por seguro que será de todo menos inmediata, puesto que nuestra Constitución establece ciertos períodos (demasiado largos para mi pensar), que alargan la simple reforma de un artículo de nuestra legislación, lo que dificultaría una posible reforma del Código Penal español. Además, los despachos de los juzgados de este país se encuentran repletos de casos y más casos (algunos más importantes que otros) que provocan tal colapso y lentitud en nuestro sistema judicial que, para casos como el de Marta del Castillo, se ha tardado nada más y nada menos que tres años en dictaminar una sentencia vergonzosa y ridícula para la magnitud de uno de los crímenes más sonados y espantosos que nuestra sociedad ha padecido en los últimos años.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto, me planteo si se debería hacer una reforma urgente e inmediata del Código Penal, así como la Ley del Menor, ya que todas esas personas que con 15 o 16 años son capaces de cometer delitos, como puede ser un asesinato, también podrá soportar años de encierro, entre rejas, pagando sus malas acciones, y no enviándolos a un reformatorio, en donde llegan a vivir, incluso, mejor que en sus casas. Pero desafortunadamente, en el caso de que una posible reforma del Código Penal se llevara a cabo, hay que tener por seguro que será de todo menos inmediata, puesto que nuestra Constitución establece ciertos períodos (demasiado largos para mi pensar), que alargan la simple reforma de un artículo de nuestra legislación, lo que dificultaría una posible reforma del Código Penal español. Además, los despachos de los juzgados de este país se encuentran repletos de casos y más casos (algunos más importantes que otros) que provocan tal colapso y lentitud en nuestro sistema judicial que, para casos como el de Marta del Castillo, se ha tardado nada más y nada menos que tres años en dictaminar una sentencia vergonzosa y ridícula para la magnitud de uno de los crímenes más sonados y espantosos que nuestra sociedad ha padecido en los últimos años.
Sin duda,
que injusta es esta vida, pero sobre todo, que injusta es esta Justicia.